La producción literaria de los países latinoamericanos forma un conjunto armónico, a pesar de las diferencias y rasgos propios de cada país. Los movimientos culturales y las tendencias que nacieron en Europa, durante el siglo XX, llegaron más tarde a América. Y la influencia que ejercieron dio lugar a un desarrollo de composiciones y obras literarias de diversa índole. En América, este nuevo movimiento cultural significó más que una escuela una época donde hubo un gran movimiento de entusiasmo y libertad hacia la belleza.
Dentro de este nuevo escenario, era lógico que los valores literarios adquirieran signos nuevos. La literatura hispanoamericana se nutre de dos fuentes principales, ambas francesas, el parnasianismo y el simbolismo. Con el primero, se acoge toda la influencia de Baudelaire y el ensalzamiento de los temas morbosos y, sobre todo, la obsesión por la belleza exótica.
El surrealismo se extinguió como movimiento artístico en la década de 1930. Sin embargo, sus planteamientos ideológicos orientados en contra de las teorías tradicionales sobre estética, ética y política y en favor de nuevos símbolos y mitos alejados del racionalismo, continuaron ejerciendo su influencia a través de todo el siglo XX.
El existencialismo moderno surgió en la Europa desgarrada por las luchas entre intereses encontrados, donde el hombre se sentía amenazado en su individualidad, en su realidad concreta. De ahí su énfasis en la fundamental soledad del individuo, en la posibilidad de encontrar la verdad por medio de una decisión intelectual, y en el carácter irremediablemente personal y subjetivo de la vida humana.
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